Los videojuegos de mundo abierto se han convertido en tendencia dentro de la industria. Diversas encuestas de medios especializados han demostrado la preferencia del usuario en este tipo de títulos por encima de la narrativa lineal. La duración media, la libertad en la toma de decisiones y la infinidad de acciones para realizar son algunas de las características que han convertido a este tipo de juegos en los favoritos de la comunidad gamer.
Sin embargo, no es sencillo crear un videojuego con una mecánica abierta. Así, cada vez más aficionados desean formarse con un máster en diseño de videojuegos para poder innovar en el campo.
¿Qué es exactamente “un mundo abierto”?
En principio, Jesper Juul, doctor en literatura de la Universidad IT de Copenhague en Dinamarca, distingue dos tipos principales de videojuegos: aquellos de mundo cerrado y mundo abierto.
Los juegos cerrados son, generalmente, lineales. Esto implica que llevan al jugador a través de unos eventos y misiones determinadas y suelen tener un único final. Mientras que el mundo abierto le concede cierto grado de libertad al usuario al permitir que explore el mapa a su antojo y, en caso de que existieran misiones u objetivos que cumplir, que las pueda realizar en el orden que deseé.
Esto no quiere decir que no tengan reglas o que no se pueda guiar al jugador. Juuls establece que algunos de los videojuegos más famosos de mundo abierto, como World of Warcraft (2004) o EverQuest (1999), permiten que se destruyan ciertos monstruos al inicio, sin embargo, se necesita adquirir un mayor nivel o incluso desarrollar estrategias en equipo para poder cumplir con las misiones avanzadas.
Así, los videojuegos de mundo abierto representan un reto para los programadores, que deberán predecir en cierta medida qué acciones tomará el jugador. De esta forma, se consigue guiar al usuario y que el videojuego pueda mantener una narrativa lógica.
Uno de los recursos más frecuentes para lograr este cometido son los NPCs, o personajes no jugadores por su traducción del inglés. Estos aparecen alrededor del mapa y el usuario puede interactuar con ellos. Generalmente, ofrecen misiones, amplían la narrativa del juego y, en cierta medida, establecen un camino para que el jugador avance.
Otras apuestas permiten que el individuo se enfoque en un objetivo específico. Por ejemplo, en Stardew Valley (2016) el jugador puede enfocarse en hacer crecer su granja, completar las misiones del centro comunitario o destruir monstruos en las minas, entre otros. El gran número de tareas que se pueden realizar llevó a la creación del libro “Stardew Valley Guidebook” de parte de sus aficionados, que se actualiza junto al juego y permite registrar los avances a modo de diario.
A pesar de que los mundos abiertos existen desde los años noventa, los usuarios cada vez son más exigentes, logrando romper las reglas y desafiar las mecánicas. Juuls ofrece como ejemplo Deus Ex (2000), videojuego en el que los usuarios descubrieron como escalar paredes de manera vertical a través de la instalación de minas de proximidad. Esto, en principio, no debería poder hacerse.
Debido a esto, las compañías han optado por contratar a fanáticos para obtener retroalimentación e incluso para utilizar sus conocimientos en programación. El videojuego Skyrim (2011) no habría alcanzo la popularidad que tiene si no fuera por las modificaciones que otros usuarios realizaron y que, actualmente, trabajan para Bethesda Game Studios.
Finalmente, es gracias a la interdisciplinariedad de la industria que se ha podido innovar. En la actualidad, es posible ver a profesionales en literatura, como Juuls, aportando a la narrativa, así como artistas manejando el diseño e incluso programadores autodidactas en grandes empresas. Por lo tanto, se espera que los mundos abiertos y cerrados continúen evolucionando para cumplir las exigencias del mercado.
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